Un sujeto -se dice-, para orientarse y conducirse en la vida, necesita unos principios firmes y verdaderos. Para ello, cada individuo recurre a la religión en la que fue adoctrinado para ver cómo debe comportarse en cualquier situación conforme a las normas, preceptos y mandamientos prescritos para su profesión de fe. Esto se ve sobre todo cuando alguna enfermedad grave -digamos un cáncer– ronda la familia. Llegados a este punto, uno se agarra a lo que sea: los más allegados a la parroquia, contactarán con los ministros religiosos que le dirán más o menos “estamos en las manos de Dios, sólo nos queda pedirle ayuda con fe, y si quiere… ofrecer un sacrificio o lo que usted vea”.
Después, si se salva favorablemente la situación peligrosa, nos quedará la duda de no saber si fue debido a la intervención del Jefe Supremo o porque el cuerpo lo superó. “De todas formas -te dirá el religioso- dale las gracias”. Pero si el resultado fue negativo, algo parecido a esto: “Dios lo quiso así, tenemos que aceptarlo y pensar que esa salida, algún beneficio guardará para ti, si así lo dispuso”. El familiar no va a recibir más solución que esta.

Esto anterior tiene su explicación: el período religioso es una etapa del desarrollo evolutivo de nuestra mente, muy importante como todas, en su momento, pero llega hasta donde llega, y el desarrollo sigue, no se detiene y la religión no puede aportar otra cosa que creencias. Por esta razón, las autoridades eclesiásticas pugnan por cohabitar “con sus creencias” al lado de la ciencia, dentro de las instituciones educativas.
Hoy, gracias a la ciencia, ya conocemos mejor nuestro funcionamiento mental, ya sabemos que somos nosotros/as mismos/as los/as responsables de nuestros sufrimientos y amarguras, porque no son las cosas exteriores las que nos causan la desdicha sino nuestros juicios los que nos producen la inquietud por la mala elaboración de los pensamientos, haciendo una mala interpretación de los hechos y sus causas.
Por lo tanto, es en nosotros donde habrá de buscarse la solución a este mal funcionamiento mental, como puede ser, a modo de ejemplo, el interpretar los hechos de la naturaleza desde el punto de vista antropológico. Pero hay muchos otros errores más.

Bien la reflexión, cada quien desde sus creencias y su visión científica de la vida asume sus momentos de crisis, espiritualidad y religiosidad son fluyen desde la conexión los humanos con la vida y con lo infinito e inexplicable. Las religiones han facilitado la cohesión humana y en gran parte son impulsoras de la supervivencia como especie, creencias, valore, reglas compartidas, visiones trascendentes.
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Totalmente de acuerdo.
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