El sufrimiento

Suele asociarse el sufrimiento con cuadros psicológicos, como es el caso de depresión, la tristeza o el abatimiento, como si fuese una característica propia de esos estados, cuando, en realidad, es un denominador común de toda nuestra sociedad, y que está en el trasfondo de nuestra cultura, siendo un indicativo de que la misma hace aguas por todas partes, y de ahí las evasiones a través del alcohol y las drogas.

¿Quiere decir esto anterior que si por momentos tengo sufrimiento es que algo está funcionando mal? La respuesta tiene que ser forzosamente afirmativa. ¿Significa eso que ni siquiera en algunas situaciones determinadas, se debería considerar normal el sufrimiento? Es evidente que ello va contra nuestra forma habitual de pensar, pero la respuesta sigue siendo afirmativa. Aquí es donde se ve que nuestra cultura está apoyada en unos patrones mentales falsos.

Vamos a utilizar un ejemplo que puede herir alguna sensibilidad (si tal cosa ocurre, debería uno preguntarse qué es lo que se siente herido). Supongamos que una persona está sufriendo porque la enfermedad hizo acto de presencia atacando a un miembro de su familia. Buscando amparo, recurre a un asesor religioso que, aparte de recomendarle paciencia y recordarle que todo está en manos de Dios, le manifiesta el gran poder de la oración, así que le pide que hable con Él a través de rezos y plegarias.

La Virgen María sufriendo

Se ha puesto un ejemplo del ámbito religioso como se habría podido escoger de otro cualquiera, y que nos sirve para demostrar que el funcionamiento mental es erróneo y por tanto nada inteligente.

¿En dónde está el mal planteamiento en el caso del ejemplo anterior? En la mente, que es la que construye la imagen de sí-mismo: el yo, que, a su vez, es el sujeto que habla con Dios. Esto anterior quiere decir que está separado de Él, lo que va contra las enseñanzas religiosas que le decían haber sido creado a su imagen y semejanza. Aquí se señala que no debe haber más voluntad que Una. Por lo tanto, si Dios quiere llevarse a la persona enferma, se supone que es lo mejor, su voluntad. Todo lo demás es no aceptar (estar distanciado), haber dos voluntades.

Resumiendo, el sufrimiento proviene de habernos construido una identidad (la imagen), el yo, a base de unos recuerdos y pensamientos, que ahora forman parte de ese yo, en los que nos apoyamos para creer que así lo estamos viendo como algo vivo, real. Esos recuerdos, esas imágenes son lo que los orientales llaman los condicionamientos transitorios, supuestos por la mente.

Si cogemos uno de esos libros de autoayuda nos dirá que ni la mente (el aparato mental) con el que elaboramos los pensamientos, ni siquiera el cuerpo físico del que nos valemos, nos son válidos para identificarnos. Nos dirán que somos la Conciencia y nada más, llamada también el Testigo, que está observándolo todo sin caer en el error de identificarse con algo, porque no somos más que esa energía que está en todas partes y que mueve el universo.

Hombre pensativo

Como decía Krishnamurti, si un@ está, en un momento determinado, invadido por un gran dolor o un sufrimiento, ¿es posible permanecer por completo, con el hecho, con ese sufrimiento? Si un@ se enfrenta a ese sufrimiento, ya está separad@ de él (de nuevo está operando el yo, que es el que lo crea), el yo frente al dolor, y de esta forma no se supera: esto anterior, esta modalidad de pensar se conoce como dualidad, y es la causante del sufrimiento; creemos que existimos al margen del dolor, que estamos separados del mismo y por lo tanto debemos “hacer algo” para eliminarlo. Vamos a terminar con unas palabras del citado autor:

“[…] ¿Pueden permanecer con cualquier problema, estar con él, no tratar de resolverlo sino mirarlo como si sostuvieran una joya preciosa perfectamente esculpida? La gran belleza de la joya es tan atractiva, tan agradable que nos quedamos contemplándola. Del mismo modo, si pudiéramos estar con nuestro dolor sin escapar de él, sin un solo movimiento del pensar, entonces esa acción misma de no alejarnos del hecho generaría una liberación total de la causa del sufrimiento”.

KRISHNAMURTI, Jiddu. Encuentros con la vida. Colección Krishnamurti. Primera edición. Madrid: Editorial Gaia Ediciones, 2009. 281 páginas. ISBN-10: 8484452654. ISBN-13: 978-8484452652.

Jiddu Krishnamurti
Jiddu Krishnamurti

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