Esta es una experiencia nueva para la mayoría de los ciudadanos. El recuerdo que mi mente, como toda mente, que instantáneamente buscó entre las experiencias pasadas, algo similar para no sentir la angustia de lo novedoso, fue una película de Buñuel, vista hace muchos años, en la que los protagonistas estaban recluidos en una parte de la casa, en el salón, siendo incapaces de abandonarlo de puro bloqueo.
Al margen de la asociación, aquí es lo contrario, se nos impone. Como situación nueva, que nos saca de la rutina, despierta nuestra consciencia y atención: de repente me tengo que enfrentar a unas sensaciones nuevas que debería analizar, ver qué me quieren decir.

De entrada sorprende que desde las instituciones se han preocupado mucho de la faceta sanitaria, dándonos consejos y pautas de actuación para una mayor prevención. Sin embargo, desde el ámbito psicológico, aunque sí se han hecho comentarios, a modo de pinceladas sueltas, no se ha programado una intervención especializada desde el campo terapéutico, para una toma de consciencia que ayudase a los recluidos a descubrir, a vivenciar los sentimientos que dicha situación novedosa iba a hacer aflorar.
Veamos. De entrada, el estar forzosamente enclaustrados en un espacio de reducidas dimensiones es algo que va contra nuestra naturaleza; no hay más que recordar la sensación de placidez que tenemos cuando podemos extender la vista hacia una naturaleza o paisaje lleno de color. Un recuerdo: cuando tenía 7 u 8 años y estaba en el pueblo, aprovechaba para cazar un gorrión vivo al que metía después en una jaula que ya tenía previamente preparada con todos los detalles. Indefectiblemente, al día siguiente, lo primero que hacía era ir a visitar a mi amigo el pajarito, pero siempre me encontraba la desagradable sorpresa de que estaba muerto, y, así, lo mismo con el siguiente que cazaba, hasta que mi madre me descubrió que los gorriones no soportan la jaula, como si muriesen de pena, porque lo suyo era volar libremente. En otros momentos, cuando tenía que estudiar, envidiaba su vida.
La consecuencia de estar recluidos en la pequeña superficie de un piso hace aflorar la tensión y los típicos roces: este sería otro aspecto a tratar, el tomar consciencia de la tensión, el vincularla con la situación, y aprender a manejarla, ya que la solución de dar un portazo tras los primeros chispazos está prohibida.
Otro elemento a tener en cuenta sería la relación con los hij@s, quienes siempre en la consulta psicológica dejan traslucir, la mayoría de las veces, inconscientemente, lo mucho que echan de menos una relación más comunicativa con los padres/madres: muchos hij@s tienen el recuerdo negativo de cuando invitaban a los padres/madres a jugar con ell@s y recibir siempre como respuesta “ahora no puedo, a la noche…”. Esta sería una oportunidad de oro para el que la sabe aprovechar, pero, claro, muchos padres/madres están negad@s, es más, sienten angustia ante el reto que le proponen l@s hij@s: aquí es donde un experto tendría que intervenir para abrirle los ojos a esos padres/madres ante el simbolismo comunicativo tan rico de los hij@s, como decía la portentosa Melanie Klein. Esto me trae el recuerdo de mis hijos cuando me invitaban a ver una película con ellos: recuerdo las de Dragon Ball, Austin Power, Regreso al Futuro, etcétera. Los juegos, como los dibujos, es el lenguaje propio de la infancia que hay que descifrar y que si, como padres/madres, mostramos interés, l@s propi@s hij@s nos ayudan a desvelar su mundo particular: y cuando el mensaje del hij@ llega a su destino, se nos queda mirando un rato a los ojos; este es un momento de auténtica comunión.
Otro momento no menos importante es la entrada en la adolescencia. También aquí los padres/madres necesitan ayuda para comprender la etapa psicológica en la que están entrando l@s hij@s, no sólo, sino también por ser la mejor manera de responder a las expectativas que l@s hij@s tienen de nosotr@s.
Esto anterior también sería otro capítulo de consejos para ayudar a pasar el confinamiento. Los padres/madres deben saber que l@s hij@s en esta entrada a la adolescencia están cuestionándose todo; la infancia quedó atrás y no les sirve para interpretar lo que ven: son verdader@s filósof@s, en el sentido de descubrir realmente el significado de las cosas, de la vida en sí, y no les valen los consejos de los adultos-madres/padres: tienen que descubrirlo ell@s mism@s.

Desde ese punto de vista, nuestra misión como padres/madres, es la de escuchar, pero tiene que ser auténtica y para ello se debe ser partícipe de las elaboraciones-construcciones que van haciendo, ayudándoles cuando así lo requieran, con alguna matización. Esas elaboraciones no son definitivas, son más bien bocetos para repensar hasta verlo claro y nosotros, como madres y padres, tenemos que ser pacientes, como un espejo, en el que se están viendo los hijos, construyendo su mundo, su personalidad futura que ya está ahí, a la vuelta de la esquina. El ser espejo quiere decir escucha atenta, y no cuesta trabajo cuando somos conscientes de que estamos participando en la construcción de la personalidad de nuestr@s hij@s: sólo piden eso, que se les escuche atentamente. Cuántas veces reprochan a sus padres/madres “nunca me escuchas”, que quiere decir “tengo muchas cosas que decirte”.
También podríamos comentar la relación de pareja y los infinitos modos de enriquecerla, pero ya tendrá que quedar para otro día, por no extendernos demasiado con este artículo.
Solamente tenemos que activar la consciencia, darnos cuenta del momento por el que estamos pasando para sacarle el mayor partido posible (mientras no se pueda hacer otra cosa…). Un detalle: estos días de confinación, de las estanterías de los supermercados, se agotó la levadura y los paquetes de harina así como los de nata. ¿Por qué? La gente siente angustia, y la mejor manera que ven de salvarla es procurarse una satisfacción de tipo oral. No digo que esté mal, pero si no vemos la citada angustia que se esconde detrás de esto, es que tampoco estamos siendo conscientes. Lo que seguimos sin saber es por qué, en su momento, se acabaron también las existencias de papel higiénico.

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