Mucho ha avanzado la sociedad en derechos humanos y sociales de un tiempo a esta parte y no sin lucha. Cuántos han dejado la vida en el empeño, y, en el mejor de los casos, sufriendo marginaciones, humillaciones de toda índole, empezando por la familia, que consideraba una vergüenza pública tener en casa un miembro con estas características, al que acababan expulsando del hogar, más que nada para justificarse ante los ciudadanos, sin importarles si tenía o no amparo y refugio en el que poder vivir.
Nuestros conflictos psicológicos
“El proceso de combatir algo sólo alimenta y fortalece aquello contra lo que luchamos”; Jiddu Krishnamurti. Retomamos este aforismo porque resume muy bien el proceso de nuestros conflictos psicológicos: algo que forma parte de nuestro ser y que no aceptamos como nuestro porque nos resulta desagradable y, por ello mismo, tratamos de desembarazarnos, de sacárnoslo de encima, precisamente porque no nos gusta la imagen nuestra con “esa” característica, que tildamos de defecto o torpeza; las hay de muchas clases: obsesión por la limpieza, por el orden, ideas compulsivas (impulsos a cometer acciones que no se desean realizar), fobias, etcétera.
El sufrimiento
Suele asociarse el sufrimiento con cuadros psicológicos, como es el caso de depresión, la tristeza o el abatimiento, como si fuese una característica propia de esos estados, cuando, en realidad, es un denominador común de toda nuestra sociedad, y que está en el trasfondo de nuestra cultura, siendo un indicativo de que la misma hace aguas por todas partes, y de ahí las evasiones a través del alcohol y las drogas.
El niño que no aprendía a restar
Formando parte de los Equipos Externos del Sanatorio Psiquiátrico de Toén Manuel Cabaleiro Goás, en una de las habituales visitas al sector de la provincia que nos correspondía, centralizado en las poblaciones de Xinzo de Limia y Allariz, una profesora consultó (todavía no se habían creado los Servicios de Orientación Escolar) el caso de un niño que no daba aprendido el proceso de la substracción.
Aforismos III (El Pensamiento)
Toda persona para la que el pasado siga vivo tendrá que soportar todo un fardo lleno de pesadumbre y remordimiento.
