Mucho ha avanzado la sociedad en derechos humanos y sociales de un tiempo a esta parte y no sin lucha. Cuántos han dejado la vida en el empeño, y, en el mejor de los casos, sufriendo marginaciones, humillaciones de toda índole, empezando por la familia, que consideraba una vergüenza pública tener en casa un miembro con estas características, al que acababan expulsando del hogar, más que nada para justificarse ante los ciudadanos, sin importarles si tenía o no amparo y refugio en el que poder vivir.
